CALENDARIO
En el fondo del mar pusieron los secretos de los pájaros.
Prohíben lanzarse desde cada silencio o luz o barco
y peligra quien ronda por las costas.
-No se puede pasar -dijeron todas las miradas del miedo.
-Imposible seguir -gritaron los gendarmes.
En el fondo del mar aguardaba el secreto.
Tuvo lunes y martes y domingo pero los miércoles y viernes
su luz resplandecía y lanzaba mensajes.
Sólo algunos amantes burlaron la vigilancia de la costa,
porque habían arrojado de sí todo ropaje y máscara
y volavan lejos de toda ley como la luna llena.
Entonces se reían en sus voces los pájaros.
Resplandores secretos se alzaban como esquirlas de fuego
sobre el mar en tinieblas.
Se convertía entonces el Universo entero en una lluvia
de gotas espléndidas,
eran largas estrellas las que movían los fuegos,
eran hondos desastres submarinos.
Cada miércoles viernes los pájaros cantaban
con la visita de los amantes rojos,
el monte de la Luna se transformaba en un espejo azul,
la lluvia recogía los mensajes,
y los gendarmes temían que los ojos de la costa
se deslumbraran
viendo tanto milagro,
que olvidaran la barrera de alambre
cuando la playa ardía como un pájaro verde.
Y el cielo sin noticias de la espuma
esperaba que surgieran las altas aguas altas,
que cantaran los álamos,
que surgieran las mujeres del Sol.
Desaliento en la rueda.
Regresaban a sus celdas los curiosos
por temor de la luz.
Sin embargo el fugaz peregrinaje no cesaba,
los locos trashumantes llenaban las tinajas
con espuma de Sol,
tatuaban esperanzas,
arrancaban misiles desde cada galaxia
sembrando nuevos soles
y caían cantando como un milagro lila
en veredas astrales. Allí se incorporaban
a la danza voraz de los cometas.
Por eso,
se secuestró el antiguo calendario,
se tacharon los viernes y los miércoles.
Fueron asesinando a los amantes
antes de que esparcieran
la fiebre general,
la guerra de la luz, el estallido de las costas.
Cuando cantaba el pájaro mostrando los secretos
que aún yacen
en el fondo del mar.
CALENDARIO -II
En materia de constelaciones,/ la única verdad es
seguir buscando el nombre. Elena Ehyeremendy
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Periscopios de náufragos se hacen guiños en la superficie del
océano.
Se buscan, se extravían.
Todos ellos en sus naves perdidas
bajo el agua, tan cerca,
sin embargo tan lejos.
Buscan aire, aire para dejar esa voz asfixiante que los impulsa a
hundirse.
Y sus cabinas blancas donde sólo los peces pasan junto al
cristal.
Fosforece la noche submarina.
Periscopios de náufragos ascienden esperando la señal de la
vida.
Gracias, querida Elisa, por la publicación tan hermosa en tu blog.Te agradezco mucho tu dedicación, y tu actitud de constante generosidad para con los otros poetas, además de tu propia y profundo compromiso con la poesía. Muchísimas gracis de Irene Marks
ResponderEliminarUn beso grande
Un verdadero placer publicar tus poemas, querida Irene, sé además que compartes el mismo sentimiento y dedicación a tu obra y a la de nuestros pares. Hecho muy valioso considerando la intensa actividad que realizas.
ResponderEliminarTe felicito una vez más por la excelencia de tus trabajos, que apuntan quizá a soles ocultos,
y dejan en el lector la magia dorada de los duendes.
un abrazo
Elisa
David Antonio Sorbille dijo...
ResponderEliminarMagníficos poemas de una muy querida poeta como Irene. Un abrazo y felicitaciones.
Encontrar aquí los poemas de Irene, misteriosos, sensibles, poemas que fosforecen en la noche como esos periscopios que se nombran, es otra hermosa sorpresa que me esperaba en este espacio. Un fuerte abrazo para las dos, Irene y Elisa, Marta
ResponderEliminarEstimada amiga: comparto con vos la alegría de ver tus poemas publicados en este amistoso sitio, donde la diversidad y la criteriosa selección de Elisa permiten difundir la obra de los poetas. Felicitaciones. Cariños. Horacio
ResponderEliminarGracias, queridos poetas, por sus comentarios que aprecio, y gracias a Elisa por su generosidad. Un beso grande de Irene
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