Estimados amigos de la Poesía y del arte:
Desde nuestro Centro de
Estudios Poéticos "Alétheia", sumamos nuestro aporte para
el recordatorio del aniversario de la muerte de Julio Cortázar, ocurrida
el 12 de febrero de 1984.
Consideramos por tanto que la
mejor manera de mantener viva su memoria es compartir algunos textos
representativos de su vasta producción literaria y poética y
ensayos sobre su obra, que acompañamos abajo.
Un
cordial saludo
Graciela Maturo
Directora del C.E.P. "Alétheia"
Alejandro Drewes
Co-director del C.E.P. "Alétheia"
(Selección de textos de JC y ensayos sobre su obra)
Los créditos del poema adjunto de
Roque Dalton, leído por Julio Cortázar, y de los dos textos
subsiguientes, pertenecen a Diego Zeziola, querido amigo y miembro del
CEP.
Si he de vivir sin ti
Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento,
la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia
se alce la rama seca de la tos, ladrándome
tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos
se me peguen las sábanas, y nada me dé paz.
No aprenderé por eso a quererte mejor,
pero desalojado de la felicidad
sabré cuánta me dabas con solamente a veces estar cerca.
Esto creo entenderlo, pero me engaño:
hará falta la escarcha del dintel
para que el guarecido en el portal comprenda
la luz del comedor, los manteles de leche, y el aroma
del pan que pasa su morena mano por la hendija.
Tan lejos ya de ti
como un ojo del otro,
de esta asumida adversidad
nacerá la mirada que por fin te merezca.
De: Salvo el crepúsculo
"Sediento de ser, el poeta no cesa de tenderse hacia una
realidad cada vez mejor ahondada, más real. Su poder es instrumento de posesión
pero a la vez e inefablemente es instrumento de posesión, pero a la vez e
inefablemente es deseo de posesión; como una red que pescara para sí misma, un
anzuelo que fuera a la vez ansia de pesca. Ser poeta es ansiar, pero sobre todo
obtener, en la exacta medida en que se ansía. De ahí las distintas dimensiones
de poetas y poéticas; está el que se conforma con el deleite estético del verbo
y procede en la medida circunstanciada de su impulso de posesión; está el que
irrumpe en la realidad como un raptor de esencias y halla en sí mismo y por eso
mismo el instrumento lírico que le permitirá arrancar una respuesta de lo otro
capaz de volverlo suyo, de hacerlo suyo y, por lo tanto, nuestro; instancias
como las Duineser Elegien de Rilke o Piedra de Sol de Octavio Paz fracturan
para siempre la falsa valla kantiana entre el término de nuestra piel
espiritual y el gran cuerpo cósmico, la verdadera patria."
(de: La vuelta al día en ochenta mundos)
http://www.lainsignia.org/2003/enero/cul_066.htm
(Carta abierta a la patria)
http://franciscojosecruz.blogspot.com.ar/2012/02/julio-cortazar-lector-de-john-keats.html
(Julio Cortazar, lector de John Keats, por Francisco
José Cruz)
http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2004/2004terc/literatura3/l14099-4.asp
(Sobre Julio Cortázar:
la utopía poética, por Graciela Maturo)
***
Graciela Maturo
“Julio Cortázar: de los
juegos del arte al Gran Juego”.
El artista es el anunciador de una época nueva.
Juegos, infinidad de
modalidades del juego, inundan la creación de Julio Cortázar.
Palindromas, acrósticos, juegos visuales; juegos por inversión o
sustitución de letras; juegos de alternancia de líneas en el discurso escrito;
juegos lingüísticos, fonéticos, semánticos, literarios. Juegos
infantiles. Juegos de azar. Juegos de riesgo. Juegos de personajes
dobles, que bucean en la naturaleza humana. Juegos de máscaras, que ponen sobre
el tapete el tema de la identidad. La literatura misma es vista como
juego. Julio Cortázar se inscribe en la doble modalidad del
genio intuitivo, que se nutre de su propia experiencia, y a la vez del
artista cultivado en la frecuentación de las tradiciones filosóficas,
espirituales y literarias, no sólo de Occidente sino también del Oriente.
Entre esos múltiples campos a los que presta atención es preciso considerar el
de la ciencia. En distintos lugares de su obra, medularmente autobiográfica,
hace referencia a sus inclinaciones juveniles, que parecían llevarlo
hacia la música y la plástica, hasta que finalmente optó por la escritura
literaria: la poesía, el cuento y la novela se le presentaron nítidamente
como juego exploratorio de su tensión existencial,
y como vía de una indeclinable búsqueda de absoluto.
Defiende y aconseja una
percepción ampliada y un cambio de conciencia que permita al hombre la
iniciación de una nueva etapa, sin descartar en ella, audazmente, una
mutación biológica. A esa etapa apuntaban expresiones que han
sido mal repetidas y aprovechadas como l’ archibras -que designa
un brazo suplementario- o tercer ojo , el ojo del cíclope
capaz de la videncia: alusión al artista-vidente que protagonizó y
proclamó. Son los dones de un hombre nuevo que no es el
sujeto socialista –aunque pueda incluirlo- sino un hombre en posesión de
sus potencialidades, integrado en un Universo inteligente. El sujeto de la Modernidad, que para
Heidegger culmina en el marxismo, ha de ser sustituido – luego de su paso por
el Laberinto de la Historia-
por el hombre a las puertas del Reino, que ha logrado la salvación. La propia
palabra salvación pertenece a las escuelas espirituales, de lo contrario no
tiene significación alguna.
Cortázar visualiza a
los hombres como cronopios y famas, y esto no es un divertimiento. El cronopio,
que practica los juegos del tiempo y la eternidad, se rige por las hojas del
alcaucil, un mandala circular para llegar al centro, y no por el mero
tiempo cronológico. Tiene plena conciencia de la insularidad del artista,
cronopio irremediable, aunque otorga sinificación especial a los grupos, los
conjuntos, los egrégores. Su obra, que restaura fenomenológicamente la
correlación hombre-mundo, gira alrededor de la transformación personal,
afirmando en forma implícita y explícita la esencialidad espiritual del hombre,
su potencial no desarrollado, las vías de conocimiento no-racionales, la
significación de lo aparentemente trivial o mínimo, la irrupción de la eternidad
en la dimensión cotidiana del tiempo. El diversificado interés de
Cortázar por las ciencias, y a la vez por el mito, el pensamiento
complejo, las mancias y herencias de la Antigüedad, lo
separa de la filosofía llamada pos-moderna. Entraría en la categoría de
Transmodernidad que por nuestra parte hemos atribuido a los latinoamericanos.
En él se despliega una antropología, una teoría del
conocimiento, y la apuesta a una etapa nueva en la historia de la
humanidad. Sin alcanzar el nivel profético al modo de Marechal o Juan
Larrea, se halla situado en el mismo camino, el de la poesía videncial.
El autor de Rayuela
desarrolla además, en la novela y en sus notables ensayos, un plano
teórico destacable. La teoría cortazariana - que algunos nos
atrevimos a tomar en la cátedra como teoría literaria sin más y no como una
mera curiosidad en el estudio del escritor - no puede ser avalada desde la
teoría del signo, ni prolongada en la semiótica o en la noción de texto
como caja cerrada y dispuesta al análisis. Cortázar reclama
una nueva epistemología y un nuevo estatuto de las ciencias del
hombre.
Los maestros que Julio
recordaba del secundario eran Arturo Marasso, instructor en mitos
y orfismo, y Vicente Fatone, fundador de los estudios religiosos en la Argentina. Evidentemente,
esto dejó una marca en el joven Cortázar cuya obra merodeó siempre la tradición
poético-metafísica del humanismo. Formó parte de aquella famosa
generación del 40, que trae grupalmente a la literatura argentina una posición
humanista ya abonada por poetas como Lugones, Banchs, Marechal, Borges y
Molinari. Eran discípulos de los metafísicos ingleses, de los románticos,
de Rilke. Daniel Devoto, que también murió en Francia, editó los
primeros libros de su amigo Julio Cortázar. Compartían esa orientación órfica
que luego se diversificó en Cortázar sin traicionar su raíz originaria, aquella
que le hizo repetir con su maestro Arturo Marasso: El mundo era tan solo una
música viva...
Cortázar se volcaría a
nuevos lenguajes, pero distante de la obstinada negación metafísica
de Breton y sus discípulos, negación que alcanza algunas excepciones como la
final aproximación de Breton a la gnosis (Entretiens). Pero
Cortázar se halla más cerca de Keats que de Breton, como lo muestra el libro
que lo acompañó de por vida y se publicó después de su muerte: Imagen de
John Keats. Cortaba en profundidad lla densidad espiritual de todo
mito, encubierta por una imaginería de intención didáctica; supo
que el mito, enraizado en antiguos ritos iniciáticos, remite a la inmortalidad
del alma, a la metamorfosis o metánoia que se produce en la
interioridad del hombre, a la transformación. Es Dafne convertida
en laurel bajo el rayo de Apolo, es el despedazamiento simbólico del dios entre
los acólitos. A través de figuras míticas, la eternidad emerge en
el tiempo, y esta epifanía se halla presente en cuentos como La
isla a mediodía, El ídolo de las Cícladas, Las ménades, El otro
cielo. No es extraño que nuestro autor haya tomado contacto con
escuelas místicas, esotéricas, ocultistas, que se haya interesado por Gurdjeff
o explorado el budismo zen. Sus enemigos filosóficos son la
lógica aristotélica, el racionalismo y el positivismo que sostienen la
suficiencia del burgués, la conformidad de algunos artistas más famas que
cronopios, y la cartilla de algunos presuntos revolucionarios.
. El
sujeto-artista es omnipresente en la creación cortazariana. Me
detendré en algunos ejemplos, a fin de ofrecer en síntesis cierto
panorama demostrativo de su poética lúdico-metafísica. En su extraordinario
cuento o nouvelle El Perseguidor, el sujeto creador encarna
en la figura de un artista miserable, drogadicto y solo en un altillo de París,
que sin embargo es dueño de los juegos del tiempo, el recambio de lo efímero
por lo permanente. Otro personaje, ya directamente autobiográfico, es Lucas,
uno de los tantos personajes en que el autor se retrata (Un tal Lucas).
Lucas-Cortázar es el cronopio, el que juega con el
azar, navega contra la corriente y lucha contra la hidra. Es Johnny,
Oliveira, Traveler, el steward Marini, Lucas, Persio, el
Citarista...también Morelli y Emanuel.
“La isla a
mediodía” pertenece al libro Todos los fuegos el fuego. Es uno de los
cuentos de Cortázar que objetivan el desdoblamiento interior y la unificación
de los contrarios, desplegada en distintos momentos de su obra. Con una textura
nítidamente simbólica y hasta alegórica, remite a la especulación metafísica e
incluso a la práctica poética del autor. La felicidad sólo proviene de la
salida del tiempo, de la verticalidad con que Marini mira al sol desde una isla
griega entrevista en sus viajes sobre el archipiélago; sólo en el momento de la
caída del avión se produce la reunificación de dos mitades de su ser que logra
la plenitud, la esencialidad. Otros cuentos, como “Alina Reyes”
desarrollan igual tema. El mismo libro contiene otro cuento
extraordunario que incluye el símbolo de los dobles: “El otro cielo”. Allí el
“sudamericano” alude abiertamente a Lautréamont pero también a Cortázar, cuyos
ejercicios supratemporales van desde el Pasaje Güemes, en Buenos Aires, a la Galérie Sainte Foy
y el Passage du Caire, de nombres alegóricos. El recorredor de
galerías se refugia finalmente en la Galérie Vivienne,
en la poesía, camino místico-poético de encuentro con la Realidad profunda, esa
realidad donde reside el sentido. Podría esto interpretarse como una opción
heideggeriana, atendiendo a lo dicho por el filósofo: El Ser se
patentiza en el lenguaje, en referencia, ciertamente, al lenguaje poético y
no a cualquier tipo de lenguaje.
Una obra poco
conocida de Cortázar es Prosa del observatorio. Se trata de
un relato - disparado como otros por una coincidencia significativa, diría
Jung – que aproxima las fotografías tomadas por el autor en un lugar de la India, y la noticia
periodística de una migración de anguilas alrededor del globo. El sultán Jai
Singh, dueño del palacio que Cortázar visita y fotografía, ya se
había interesado dos siglos atrás por la periodicidad de las mareas, y
trató de propiciar su estudio mediante marcas y señalamientos; la noticia
leída en los diarios venía a rubricar la periodicidad de acontecimientos que
apuntan a un orden secreto de la naturaleza a la que llama Cortázar la “red
cifrada”, el “alfabeto sideral” Este trasfondo permanentemente
percibido fascina al poeta, lo induce a un modo de Super-realismo que
comporta un deslizamiento hacia el Super-racionalismo. Es en razón
de esta actitud que lo hemos considerado, desde 1963, como un lúcido
representante de la
Razón Poética, proclamada porMaría Zambrano, la
pensadora española a la que visitó en su retiro de Suiza.
Para Cortázar el juego
es acto de entrega y riesgo, compromete la vida, es un ejercicio de la
palabra en busca de lo absoluto. Escribir es andar por la cornisa,
recorrer un tablón entre dos ventanas; tentar el azar, provocar acaso a un
desconocido interlocutor, el que dispone los hilos de la
trama. Es rozar el misterio, alcanzar el Cielo de la rayuela que estamos
obligados a recorrer. Un "otro" aparece desafiado o cuestionado
desde una dinámica que supone el movimiento hacia la unidad y su contrario: el
doble compás de analogía y criticismo -empatía y extraposición, diría Bajtín-
es característico de la actitud cortazariana. La unidad de que hablo se halla
desde luego distante del universo laplaciano o de la metafísica clásica; es la
unidad de un universo móvil, que parece caótico pero nos conmueve con el roce
de un orden secreto y escondido: orden que pauta la migración exactamente
repetida de las anguilas; orden que preside la música, y la hace por ello
más próxima al número de la realidad; un orden que el artista tiende a imitar
sin que ello suponga egoísmo ni insensibilidad a los procesos históricos. Ese
orden secreto prescribe los encuentros de Oliveira y la Maga , a despecho de la
causalidad cotidiana. Son los intersticios, los instantes privilegiados de
vivencia y comprensión, incentivos para la reflexión iluminadora.
Frecuentaba Cortázar la
“zona” de Tarkovski, ese territorio de nadie, apenas divisado o experimentado
en las epifanías. Y se propuso, además de presentarla en narraciones
ejemplares, ahondarla a través de un trabajo teórico y crítico de rigor
poco frecuente. .
Su obra entera
gira alrededor de la figura del poeta-visionario que es su
proyección más íntima, y que contiene la imagen del hombre total. En ese
sentido es generadora de un doble, contrapartida inexcusable de la conciencia
escindida que, en momentos privilegiados, alcanza la unificación plena en
el sentido junguiano. El dialogismo de esos polos engendra la permanente
movilidad de su discurso. Dobles son sus lenguajes, sus personajes, sus niveles
de realidad y sus marcos de referencia filosófica; doble es también su ubicación
histórica, desgarrada entre Europa y América, siendo Europa el lugar en que le
tocó nacer y morir, y también el que eligió en la mitad de su vida, y América
innegablemente su patria, a la que ofreció su permanente compromiso y su
más entrañable sentimiento. Acaso ese rol de nexo entre dos polos sea una
de las significaciones últimas de su obra..
Cortázar vivió en
permanente acecho de la revelación, atento al sueño y al mito pero
simultáneamente a los avances de las ciencias. Su objetivo era
alcanzar la conciencia cósmica, el satori. Es
uno de esos pensadores de la aurora a los que María Zambrano llamó
futuros; un indagador del hiperespacio, ese territorio
metafísico nombrado metafóricamente como cielo.
Tal el sentido último de la aventura mítica, narrada en mil formas por la
humanidad, que Cortázar supo comprender: el cruce del umbral es la
objetivación de un pasaje, el acceso al cielo de la rayuela.
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