POEMAS DE LILIANA CHAVEZ
Carta
Pocas noticias he recibido en este tiempo.
Ese silencio se parece al gato gris que duerme en tu cama.
El felino mira como preguntándome: ¿Qué quieres saber?
Voltea la cabeza y sigue con su sueño.
Con mi nostalgia, entonces, voy hacia el patio
a curar tu duraznero.
Que lejos parecen los países donde nunca estuvimos.
Que extenso el océano
Amarillo el pañuelo blanco de tu despedida.
Florecieron tres veces las lavandas sin tu presencia.
El abuelo perdió dos cosechas por la pedrea.
En el baldío de los Aguirre edificaron una casa.
Donde encendías la hoguera de San Juan hay ahora una pileta.
Tengo que decirte algo.
Sé que no vendrás aunque te lo pida.
La mañana del lunes me caso con Isidro.
Preparo la valija. Apenas unas mudas. Son sólo unos días en la costa.
Desde que lo sabe,
tu gato va conmigo a todas partes.
Sola
Pocas noticias he recibido en este tiempo.
Ese silencio se parece al gato gris que duerme en tu cama.
El felino mira como preguntándome: ¿Qué quieres saber?
Voltea la cabeza y sigue con su sueño.
Con mi nostalgia, entonces, voy hacia el patio
a curar tu duraznero.
Que lejos parecen los países donde nunca estuvimos.
Que extenso el océano
Amarillo el pañuelo blanco de tu despedida.
Florecieron tres veces las lavandas sin tu presencia.
El abuelo perdió dos cosechas por la pedrea.
En el baldío de los Aguirre edificaron una casa.
Donde encendías la hoguera de San Juan hay ahora una pileta.
Tengo que decirte algo.
Sé que no vendrás aunque te lo pida.
La mañana del lunes me caso con Isidro.
Preparo la valija. Apenas unas mudas. Son sólo unos días en la costa.
Desde que lo sabe,
tu gato va conmigo a todas partes.
Sola
He quedado
cercada,
sobre un derretido círculo
de piedra,
con el abierto grifo
de sal
sobre la herida.
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Hostiles y perfectas
como palabras
son esas miradas
que se quedan perplejas
cuando la muerte
habla.