Del libro Amando nubes (Talasa Ediciones, Madrid, 1999)
duerme despierta
duérmete mi niña al invierno
sueña que no entierra sus minas el malo
en las venas de las niñas
duérmete preciosa a la ambición
sueña que en áfrica no lloran las miradas
porque aquí hemos empezado a adelgazar
duerme mi nena también a los hombres
cuando pasean sus colas de pavo real
sumiendo a las lunas en la oscuridad
mas despierta tus ojos a la primavera
vive con quien no tiene ganas de vivir
porque otros les soñaron pesadillas
despierta como una niña que despierta
en el mundo de las caricias
no en el de las balas y la deuda externa
desperézate de las palabras que atan
y suéñame enredado en tus senos
donde la vida nos encuentra mañana
el fin de la historia
ya no tiene sentido la normalidad
ha llegado el momento de los disturbios espirituales
de cortar la calle con macetas
plantar magnolias en las autopistas
arruinar el futuro sembrando esperanzas
poner comas entre sujeto y predicado
correr de espaldas palpando el presente
condenar sin juicio, enjuiciar sin condena
subir de dos en dos las escaleras
abrir de par en par las ventanas
de los viejos aposentos modernos
vaciar las estanterías metálicas
acudir silbando a la biblioteca
enarbolar banderas transparentes
que no nos amordacen los ojos
sorprendernos abrazados al paria
al que vino de lejos, a la prostituta
matar de risa al desamor
ir a la oficina de empleo cantando a puccini
pagar la ópera con la cartilla del paro
recitar poesía desde el patíbulo
construir con firmeza en las nubes
y cada noche, soñarse escondido en el jardín
ignorando elecciones generales y tarjetas de crédito
Del libro Ángeles sin cielo (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2003)
aventuras de barrio
mis aventuras son de aquí de barrio
de amores imposibles cuando descubres a la chica
que en el tren te mira a los ojos cada mañana
haciendo cola en el banco con su novio
de miradas furtivas en la misa de once
que acaban en una cita en el discobar
de bares con olor a frito donde se niegan penaltis
de goles marcados al sábado
como si en ello nos fuese la vida
de aceras por descubrir
ínsulas extrañas do luchar contra los coches
los nuevos gigantes sancho
de valiente muerte juvenil
sobre las ruedas del fin de semana
de equipo de piernas para sillas de ruedas
de mujeres con depresión
que se asfixian subiendo al cuarto piso
de david ecologista intentando abatir
a goliath ministerio de obras públicas
de cola del paro y ley de extranjería
de olmos y plátanos por palmeras y lianas
sin salir de mi ciudad
el mundo se ha convertido
en una apasionante aventura
solo en barcelona
uno no se siente más yo
que cuando está solo en una ciudad que no conoce
y además hay calles desabridas
con hileras de dos faros que no se detienen
y oloroso silencio frente a la sagrada familia
ese esqueleto de fantasma
cuyas puntas se pierden en la noche del cielo
y el viento sopla frío
y las farolas están tristes
y las palmeras quedan ridículas en aquel frío
y por fin la rambla
donde paseamos todos los forasteros
y miramos cómo recogen las flores
y las putas tan jóvenes y negras
–como en tantos lugares–
y bajamos los ojos
y alguien mira y hace señas
y la ciudad es hostil de repente
y coges el metro en drassanes
hasta el frío hostal donde te alojas
y en la habitación piensas estás solo
pero es que esta vez querías estar solo
por eso es mejor que ella no haya venido
y hubiese mar y olor silencioso
fantasma de sagrada familia y ciudad que no conoces
farolas tristes y la rambla
forasteros y putas y metro
y la habitación del hostal donde estás solo
porque esta vez quieres estar solo
Del libro Asamblea de palabras (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2007)
cansancio ajeno
hay cada mañana una mujer maría
que se sienta al borde del abismo de su cama
mira hacia abajo antes de saltar
y duda sin remedio de si irá al trabajo
hay cada tarde un hombre manuel
que se sienta cansado en un banco del gimnasio
mira su peluda barriga que no baja
y piensa en sacar mañana todo su dinero e irse
hay también cada mañana un joven raúl
que coge sus libros para ir al instituto
mira con ojos dormidos el desorden de su mesa
y encuentra el cedé que le gustaría quedarse a escuchar
hay cada atardecer una abuela cipriana
que abandona con paso cansado el cementerio
mira con envidia la tumba del marido
y siente que pronto se liberará de su pesado cuerpo
hay cansancio en estos días extraños
y aunque me levanto de la mesa y lo dejo
me dan ganas de escribir al final del poema
que tal vez sean mis ojos los que se han cansado
SÍNTESIS BIOGRÁFICA
Francisco Cenamor (1965, Leganés, España). En 1999 Talasa Ediciones publica su primer libro, Amando nubes, lo que le posibilita viajar por toda España dando recitales. En 2003 sale su libro Ángeles sin cielo, editado por Ediciones Vitruvio, editorial que publica en 2007 su libro, Asamblea de palabras. En 2009, Ediciones Amargord publica su elaborado poemario Casa de aire. En breve (2011), la Editorial Luces de Gálibo publicará su poemario No somos nada. Nada somos. Incluido en antologías y revistas impresas y digitales, ha organizado numerosas actividades poéticas. Edita el blog literario Asamblea de palabras. Profesionalmente se dedica a impartir clases de interpretación y ha hecho pequeños papeles en películas y conocidas series de televisión.